En el universo en el que estamos inmersos, se forja una realidad destinada a que nosotros, seres humanos simples y mortales, despleguemos nuestro poderío. Hemos logrado adaptarnos gradualmente a esta realidad, moldeándola a nuestro antojo.
Todos somos conocedores de la frase: "No es un avión, no es un pájaro, es...". Sin embargo, si ese héroe ficticio habitara por nuestra realidad tangible, sus proezas quedarían en vano. Intentar frenar un avión sería infructuoso, pues atravesaría su fuselaje sin oposición. La aceleración, la estructura y la inercia de la aeronave desafiarían cualquier intento de un solo individuo por detenerla, por mas fuerza sobrehumana que posea. Pero, si nos unimos, si congregamos a 763 hombres poseedores de una fuerza sol encima de la norma, serían capaces de elevar majestuosamente un Boeing 747 de 184 toneladas. De igual modo, cuando acude al rescate de una dama en peligro, el mero acto de sostenerla con sus brazos mientras cae a velocidad de caída libre la atravesaría, con la fuerza centrífuga y la inercia acumulada destrozarían sus órganos, convirtiéndola en un desgarrado saco de sangre y tejidos. La única forma en la que podría existir sería renunciando a actuar y alejándose de un mundo al que no se ha adaptado. Ser los seres mas poderosos del planeta es nuestro derecho primigenio, pero nuestro poder no reside en la fuerza bruta.
Los primeros microorganismos, que meramente intercambiaban gases vitales, se adaptaron a las abrasadoras temperaturas y a la mortífera radiación, nutriéndose de lo que hallaban a su alcance. Conforme evolucionaron, cada etapa y especie encaró el colosal desafío de adaptarse a un entorno hostil, donde la supervivencia se rige por leyes inflexibles: si no comes, resistes, sanas, te fusionas y te adaptas, eres presa de otros o pereces. A lo largo de incontables eones, la VIDA en nuestro planeta, de manera pausada y casi imperceptible, esculpió y forjó sus poderes de supervivencia y a leve esculpir la superficie terrestre. Sin embargo, con la llegada del ser humano, millones de años de ese ESTADO ORIGINAL se vieron trastocados.
Nuestra evolución atestigua la transmutación de un homínido carroñero, víctima de toda forma de vida, hasta convertirnos en señores y dueños con una única facultad: la colaboración y los cerebros que nos permiten comunicarnos, sincronizarnos y concebir estrategias complejas nunca antes imaginadas, todo ello para desafiar a depredadores, superar enfermedades y resistir las embestidas de las fuerzas naturales. Tal hazaña evolutiva nos condujo inexorablemente a construir el mundo que hoy conocemos.
En nuestros días, erguimos nuestra especie como la dominante en todos los ámbitos, al punto de que nuestras huellas se entrelazan con la superficie terrestre y modifican la estructura misma de la Tierra, así como la vida que la puebla. Innumerables seres vivos han sufrido transformaciones profundas o incluso han desaparecido debido a la influencia ejercida por el ser humano. Hemos evolucionado y mutado con una celeridad arrolladora, como si liberáramos un depredador sin enemigos naturales en un ecosistema totalmente nuevo.
Como individuos, somos testigos del surgimiento de una nueva civilización, donde la tecnología se sumerge en dominios que, en épocas pretéritas, solo existían en los reinos de la fantasía y la magia. Nos encontramos en los umbrales de algo excepcionalmente distinto a lo conocido hasta ahora: un estado humano inédito, una mentalidad revolucionaria, una economía que rebasa los límites de lo concebible.
Hemos mencionado tres conceptos: el más importante, el STATUS QUO, del cual profundizaremos más adelante; en segundo lugar, la necesidad de un ente poderoso que levante las cosas y mantenga este STATUS QUO; y, por último, el axioma de la colaboración.
La pregunta surge: ¿quién es el más poderoso entre los poderosos? Así como Zeus u Odín eran los reyes de los dioses, ¿quién gobierna a los poderosos seres humanos del planeta Tierra? Y ¿por qué debería gobernarlos?
Es intrínseco al ser humano tener poder, ya que cerebro, libera una cantidad asombrosa de neurotransmisores cuando siente que vence a la realidad, que está a salvo, cuando su progenie está asegurada y la continuidad de su código genético.
Toda la combinación de factores más los constructos sociales que inciden de forma permanente en el subconsciente de que no somos suficientes, se centra en la idea en la necesidad un salvador todopoderoso, caudillo, personaje ficticio, super poder o autoridad tiene la llave de nuestro bienestar, y en consecuencia, as reglas sociales nos llevan a entregar ese poder que nos pertenece por derecho de nacimiento a otro.
La siguiente pregunta es aún más amplia y más importante: ¿qué es el poder? O en primera instancia, ¿qué significa? En español, de la raíz latina POTENTIA, que comenzó a usarse en nuestro idioma desde el siglo XIII.
Según la raíz latina, autoridad, dominio político, capacidad o habilidad para hacer algo.
Hacer algo por voluntad propia o coacción, y al ser coacción, le quitamos la connotación de "poder" que estamos analizando. Nos queda con el significado "capacidad o habilidad, en sentido físico y mental, de autoridad o dominio político, para expresar la voluntad". Simplificando aún más, el proceso político que no nos compete, se reduce a "la expresión de la voluntad”.
Esta expresión de la voluntad, surge de dos fuentes: el ejercicio de la fuerza. La frase "El poder no se posee, se ejerce", complementa y demuestra la intención. ¿Cómo puedes ejercer algo que no tienes? Pues alguien te lo tiene que dar, pero como nadie lo tiene, este poder se basa en un consenso que explicamos y cede esto a un solo individuo. Por lo tanto, este PODER ES PRESTADO”. La otra fuente el PODER REAL.
El poder prestado ama el STATUS QUO y es adicto a él. Cuando la necesidad de acción sale de escala, en el momento en que no se puede hacer gradualmente, es cuando el arquetipo del todopoderoso se activa y cree que es el poder, solo para volver al STATUS QUO.
Si observamos las acciones de estos personajes ficticios o los personajes reales emergentes de la historia que buscaban el STATUS QUO, comprendemos a ese superhéroe como un catalizador que restablece el orden y lo salva del caos.
Imaginen esta escena: un "super-ser" ejerce su poder de manera pública y sangrienta acabando con la vida de ese simple mortal, qué osó decir que no. Nadie lo repudia, solo se escuchan los vítores de terror y aprobación de la muchedumbre asustada, que se elevan para evitar el mismo destino.
La metáfora de los dioses de múltiples culturas expresando su voluntad, su poder prestado, ha costado y sigue costando miles y miles de vidas de seres que pagaron día a día el derecho de vivir en este mundo. Son pérdidas significativas y dolorosas, fruto de caprichos infantiles y megalómanos, solo para ensalzar el temor al poder de turno. Dioses perversos que ven en los seres humanos algo vivo en lo cual verter su perversión y los desaires de su poder. Para aquellos que dé turno ocupan un poder gratuito, quienes no lo tienen son considerados seres simples y desechables, utilizables a voluntad.
El poderoso vive en un mundo idealizado y envuelto en un halo romántico del cual nunca desciende, en su torre de marfil onírica. Desde allí, observa con desdén el sufrimiento de los mortales que anhelan ser como él, porque el poder se deleita en mantener el STATUS QUO. Y así se manifiesta, sin piedad, cada vez que su psicopatía insaciable lo dicta.
Los daños provocados por esta acción egocéntrica son devastadores y extensos.
Desde una perspectiva subjetiva, identificamos cuatro formas de expresión del poder prestado que causan un profundo sufrimiento a los seres humanos: regímenes totalitarios, donde un líder concentra el poder para satisfacer su ego sin importar las consecuencias; sectas religiosas, que engañan, extorsionan, denigran y explotan a sus seguidores; psicopatía, una depravada destrucción de todo aquello que despierta emociones; y el narcisismo, un egocentrismo desmedido que solo busca satisfacer los propios intereses.
Esto tiene resultados y efectos perjudiciales similares o común: represión y alienación, baja autoestima y falta de confianza en uno mismo, miedo y ansiedad constantes, la internalización de la opresión, desgaste emocional y agotamiento extremo, pérdida de identidad y autonomía. Estas prácticas arrasan vidas y sociedades enteras y todo esto desemboca en una espiral de crimen, pobreza, dolor y muerte.
La historia más grande que muestra cómo el poder corrompe es aquella en la que ese poder fue prestado, de su Dios padre al cual decidió da la espalda. Y el Altísimo decidió concentrar tal perfección para concebir así su caída. Así como la caída del hombre fue planificada, su ascenso y divinización también es un plan, pero desde un poder REAL, a largo plazo, a un tiempo humano infinito. El instrumento es el tiempo y la acción de este poder.
Traigo a la historia al dios nórdico Odín dios de la inspiración, las batallas, la sabiduría y la muerte. Es el rey guerrero y luego el chamán. Su temperamento, ya que presiente el fin de todas las cosas, el día en que él mismo será devorado por el lobo Fenrir. Con el fin de retrasarlo en lo posible, el creador del universo que está a su vez a merced y tiene el plan de enfrentar este destino, buscando a toda costa el conocimiento que obtuvo de dos formas: arrancándose un ojo para ver las aguas del saber eterno y a través de las runas, colgado de un árbol durante nueve días, herido con una lanza. Todas estas acciones se repartieron en el tiempo, buscando proyectarse y haciendo que su historia aún sea contada.
Cuántas veces se alzaron poderosos conquistadores que fundaron imperios bajo la máxima de un orden que duraría miles de años, y el mayor de ellos solo duró 5 generaciones, los últimos ni siquiera 20 años. Uno de ellos fue confrontado de frente con la frase: hazte a un lado y no me quites lo que no me diste.
Así concluimos que el tiempo es la medida que separa el poder prestado del poder real, como el agua que labra la piedra, más poderosa que el trueno instantáneo que disipa su energía.
El poder prestado tiene terror a la libertad y su acción persistente, cual agua, transforma todo y nada escapa al cambio.
El humano al no encontrar respuestas en la iglesia o la religión y se declara ignorante del mundo es cuando nace la ciencia y su método. El ser humano pierde el sentido, de que las cosas suceden por casualidades o designios de un ser omnipresente o omnipotente y mas bien por acciones directas yo no se leen en función de un sentido o propósito oculto y misterioso.
El ser humano PIERDE EL SENTIDO pero adquiere PODER, el poder real que se expresa y reparte en el tiempo. El poder sobre la naturaleza aumenta la condición de la calidad de vida, quita sentido a la cosmovisión y auto posición del hombre. El ser humano posee un poder intrínseco, su actuar lento pausado y colaborativo cambio el mundo.
El ser humano es el único animal que no está determinado por su condición biológica o natural. Transformamos nuestro cuerpo y enfrentamos la muerte y la enfermedad con ciencia y conocimiento. Si bien nuestro cerebro más profundo, el tálamo, controla el 85% de nuestras reacciones y acciones directas, podemos transformarlo y enfocar su potencial de respuesta y reflejos en beneficio de nuestro bienestar, afectando de forma positiva a nuestro entorno con el tiempo y la disciplina.
Lo lamentable es que el poder prestado al ahogar la libertad, mata la belleza. Solo podemos expresar esa belleza con la creatividad que esa libertad nos da. Y la creatividad es el otro enemigo del poder porque es acido puro de los cimientos del STATUS QUO. La libertad nos hace personas, seres humanos únicos e irrepetibles. Sin libertad, nada tiene sentido, todo da igual. Solo asumiendo responsabilidades y actuando de forma consecuente con la ética, podemos crecer en la adversidad natural y normal, desarrollándonos como seres fuente de luz para nosotros mismos.
Conocer y saber la realidad es lo que nos da libertad. La realidad es la verdad.
Comparar poderes es ahora un ejercicio borroso y sin principio ni fin. Pero primero recordemos que PODER es la expresión de la voluntad, que se concluyó en la epistemología. Para expresar esa voluntad, requiero tiempo y en ese tiempo necesito acciones puntuales y específicas en el espacio. Traigamos el otro concepto: el PODER no se posee, se ejerce. Entonces, para ejercerlo, necesito acciones específicas durante un tiempo que expresan VOLUNTAD. Voluntad, decisión, determinación, convicción. Cuando esto se encuentra con las ideas, es una combinación más poderosa.
Concluimos que el PODER de algo es proporcional a la voluntad por medio de acciones durante un tiempo en promoción exponencial (lo que significa que cada día se debe hacer más). Solo la perseverancia y la constancia con una visión del futuro logran alimentar ese PODER con fuego divino.
EL PODER se ejerce o se ejercita como un músculo a través del tiempo, un objeto y acciones claras. De esta forma, el PODER mental, el del amor o el de la decisión, o cualquier otro tipo de poder, requiere ser una acción distribuida en el tiempo con una visión clara. Ejercitarlo permanentemente y en cada intención de ejercer poder se ejercita la VOLUNTAD, qué es la materia prima del PODER.
Ahora como todo buen tratado existe una letra chica, cualquier acción de ejercer PODER y mas aun el REAL, esa expresión de la voluntad, ser consecuentes con la libertad y responsabilidades, eso implica, y con lleva ser valiente, aguerrido, creativo, enfrentar el STATUS QUO solo es consecuencia de un gran valor que encausa a asumir la responsabilidad de tus acto en libertad. Hacerse responsables y ser valientes es lo que marca la otra diferencia entre poder prestado y real. Es donde el libre albedrío se hace presente no eres libre para tomar decisiones eres libre para asumir la responsabilidad de esas decisiones que tomaste en libertad.
Los puntos de equilibrio entre poder y vulnerabilidad, jerarquías naturales y autodominio están inmersos en la humildad. Por más poderoso que uno sea, siempre habrá un poder mayor, hasta el punto de reconocer la existencia de un gran creador: la existencia de DIOS, quien gobierna su creación, restringiendo su poder para darnos un lugar donde expresar nuestro poder. Esa restricción es la que hace que las acciones distribuidas en el tiempo logren eficiencia y resultados establecidos.
La figura del bufón, conocido como el JOKER en el folklore, emerge como el arquetipo que desvela la verdad incomoda y perversa al mundo, desafiando al desnudo rey con malicia y asombro en sus ojos. ¿Quién posee el poder supremo: el rey reverenciado por temor o el Juglar que, a través de la risa, desenmascara la realidad? ¡Ninguno de ellos! El poder del rey es prestado, mientras que el bufón la audacia de la irreverencia bajo la mascara de un cobarde que teme enfrentarse y retrocede ante los desafíos de la vida.
Pero el ser más poderoso no es otro, que el pescador, el obrero, el humilde ser humano que, con una fe capaz de mover montañas, construye sus propias metas grano a grano encarna la audacia de la desobediencia, un valiente que no teme enfrentarse, que no retrocede ante los desafíos de la vida y que confía en su propia esencia.
